TENERIFE, QUIÉN TE HA VISTO Y QUIÉN TE VE

Empiezo a escribir estas líneas empujado por una sensación extraña,  no de rabia, más bien de tristeza, abrumado por la melancolía, por recuerdos de lo que fue, arcadas de lo que es y sin querer pensar en lo que será. En estas palabras me abandona la objetividad, se trata de una reflexión personal,  es un relato de sensaciones internas y sentimientos que los colores blanco y azul hacen aflorar. Sensaciones, hoy en día, de impotencia, frustración, incluso de vergüenza al ver, no tanto quienes se enfundan la camiseta de nuestro ‘Tete’, quienes portan un escudo que quizás no merecen defender, sino al ver como lo hacen, al ver como en estos últimos dos años se ha ido resquebrajando la salud del CD Tenerife cual enfermo terminal, pudriéndose desde dentro, quedándose sin aliento, tal vez como resultado de nefastas gestiones anteriores.

El lunes se confirmó a Quique Medina como sustituto de Andrés García Tébar. Será el octavo técnico desde la marcha de José Luis Oltra en el verano de 2010, ocho entrenadores en menos de dos temporadas han pasado por el banquillo del Heliodoro. Banquillo que al echar la mirada atrás me trae a la memoria nombres que suenan distinto: ‘El indio’ Solari, Jorge Valdano, Jupp Heynckes, Juanma Lillo, Rafa Benítez o el propio Oltra. Son otros nombres, eran otros tiempos. Otros tiempos en los que los que pisaban el verde del estadio capitalino también eran otros, también suenan diferente, gente como Rommel Fernández, Chano, Dertycia, Latorre, Redondo, Antonio Mata, César Gómez, Ezequiel Castillo, Chemo del Solar, Agustín, Manolo ‘el gato de Arucas’, Hapal, Neuville, Jokanovic, Juan Antonio Pizzi, Makaay, Huguito Morales, Mista, Luis García… repartían alegría, disfrutaban y hacían disfrutar, generaban ilusión. Era otra época.

Todo en el Rodríguez López, que en esos días incluso olía diferente, a otro fútbol, a buen fútbol. Escenario que fue testigo de gloriosas tardes, épicas promociones de ascenso, decidió ligas, propició gestas europeas y grandes actuaciones coperas. Eran otros días. Días en los que los alisios envolvían la isla con una fragancia futbolera inconfundible. Días en los que la relación equipo-afición era solida, homogénea y, sobretodo, recíproca. Días que quedaron atrás. Porque así es el fútbol, como una noria,  a veces estas arriba y otras abajo.

Volviendo a la realidad y dejando atrás recuerdos que aún mantienen mi piel erizada, vemos que hoy estamos abajo y, lo que es peor, sin apoyos claros sobre los que impulsarnos para emerger. Nos encontramos con un club endeudado, en el pozo de la Segunda División B y sin más opciones que el ascenso, no ya por motivos deportivos, sino de supervivencia. Ascenso que parece una utopía, algo lejos de nuestro alcance. Aunque estamos ahí. Es mi sensación. Cuando las cosas se hacen mal en los diferentes estamentos de un club, generalmente el resultado se ve reflejado dentro del terreno de juego, hay excepciones, pero no es nuestro caso. Llevamos todo el año viendo a un equipo sin recursos, que vaga sin rumbo y, sobretodo últimamente, nos hemos encontrado con un conjunto apático, sin alma, sin compromiso. También es mi sensación, quizás sea errónea.

Ojalá Quique Medina le dé la vuelta a la situación. No ya en cuanto a resultados (que también), sino en cuanto a imagen. Espero desde lo más profundo de mi que así sea y que este sea nuestro fondo, que a partir de aquí solo podamos seguir una dirección ascendente en la que la primera parada la tenemos el domingo a las 12:00 en el Heliodoro, viene el Lugo. Allí nos vemos.

Por Juan Manuel Santos Torres

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